Pues sí, para quien dudaba del poder de esta chica para en ciertos momentos de la vida atraer toda clase de eventos extraños, ayer fue la muestra perfecta para demostrarlo.
Debí haber sospechado que era un mal día desde que me levanté tarde y tuve que bañarme con agua fría porque de nuevo no sé que pasó con el calentador. LLegué a la oficina y tenía gran cantidad de trabajo pues además de mis pendientes mi compañera se enfermó y no fue, así que algunas cosas que le correspondían y no pudieron esperar hasta hoy tuve que hacerlas yo. No tuve ni tiempo para relajarme un poco porque saliendo tenía que irme corriendo a una cita pues después de esa apenas tenía el tiempo justo para llegar a otro lugar a hacer un trámite.
Afortunadamente no había mucho tráfico y si me apuraba lo suficiente alcanzaría a hacer todo lo planeado. Pues resulta que en una de las calles de esta ciudad me quedé atrapada atrás de un trolebús que no se movía. Generalmente soy muy paciente y espero a que se mueva sin importar cuanto tarde, pero en esta ocasión iba ya de malas y con prisa por lo que decidí echarme tantito en reversa para poder tomar el otro carril, volteé al retrovisor y ví que tenía la calle libre. Cuando termino de hacerme hacia atrás oí un gran estruendo. Ya le había pegado a un taxi que estaba bajando pasaje y estaba parado justo en el punto ciego de mi retrovisor.
Me bajo toda enojada y le digo que me espere, que voy a llamar a la aseguradora. Hice las llamadas pertinentes y además llamé para cancelar mi primera cita. Afortunadamente no era urgente y pude posponerla sin mayor problema. Yo estaba aneciada a ir a la segunda y calculé que si todo iba conforme al plan llegaría.
Afortunadamente llegó pronto el del seguro y el taxista se portó muy paciente y amable. Al sacar los papeles del seguro y la tarjeta se circulación no me di cuenta y dejé las llaves del coche adentro. Ya mejor lo tomé con filosofía y me dió un ataque de risa (nerviosa supongo) Llamé a mi casa para que me hicieran favor de llevarme el duplicado de las llaves. El asunto con la aseguradora y el taxista terminó pronto y yo todavía tuve que esperar un rato antes de que llegara mi hermana con el duplicado. Cuando llegó me fui a resolver mi segundo asunto pendiente de la tarde.
Llegué barriéndome a lo del trámite y cual sería mi sorpresa que al llegar a la recepción del lugar la chica me dijo que tenía media hora que la persona a quien yo buscaba se había ido.
No saben la desesperación que me dio. Cuando llegué de nuevo al coche sentía que las lágrimas estaban a punto de salir. Me quedé unos minutos en el coche relajándome antes de iniciar el regreso a casa. Obviamente cancelé con los amigos a los que vería en la noche, mi corazoncito ya no daba para más emociones.
9 comentarios:
pobres amigos
pues si, pero espero hayan comprendido que mi ánimo estaba belicoso y apachurrado al mismo tiempo. Besos Manuel.
Asustado por lo belicoso y preocupado por lo apachurrado?
qué qué? ahora no entendí nadita jeje Besos Manuel
pobres todos!!!
saludos!
( yo siempre me pongo belicosa)
Recuerda el fenómeno de Frank sobre los mensajes telefónicos: si tiene lápiz, no tiene papel. Si tiene papel, no tiene lápiz. si tiene las dos cosas, nadie quiere dejar un mensaje.
Saludos Di. Gracias por tu visita.
ya volví a subir texto. ¡Por fin!
Galo
Lo bueno es que después de un día así vienen varios de calma. Saludos Apo.
Jajajaja cierto Galo. Saludos!
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Jajajajaja
Por días como esos empecé a fumar.
Besitos de apoyo moral.
Oh gracias. Lo bueno es que con un buen fin de semana se me olvidó lo sucedido ese día. Saludos Víctor.
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