Nuevos amigos 2: El viaje a Real de Catorce

Como ya había prometido en los comentarios del post "nuevos amigos" he aquí el relato del primero de los 2 pequeños viajecitos con ellos.
Confieso que para mí fue un viaje raro porque a pesar de que tenía muchas ganas de ir no estaba en mi mejor momento anímico. Había varias cosas en mi vida pendientes a resolverse y creo que con todo y todo me hizo bien el alejarme de mi entorno conocido por un par de días.
Nos fuimos en la madrugada del sábado, íbamos 2 coches y en total 9 personas de las cuales yo sólo conocía a la mitad. Hicimos varias paradas en la carretera a cargar gasolina y pasar al baño, en esos pequeños descansos fui platicando y conociendo a todos.

Llegamos cerca de las 11 de la mañana a Real de catoce y aprovechamos para instalar las casas de campaña e ir a desayunar. Yo ya andaba mal del estómago desde varios días atrás y la verdad me ví muy descuidada al comerme unas enchiladas potosinas. Después del desayuno aprovechamos para dar una vuelta de reconocimiento por el lugar, tomar fotografías y también arreglar el paseo por el desierto que daríamos más tarde.

El descenso hacia el desierto es por una carreterita en el borde de una cañada por donde hay que bajar en un jeep con mucha lentitud. Al llegar a terreno plano descansamos un poco para luego internarnos en el desierto. Nuestro guía, un chico como de 15 años nos estaba contando las historias de los huicholes y su relación con el peyote. Después de cerca de dos horas en el desierto regresamos a Real a cenar pero yo ya me sentía fatal y no pude probar alimento, al contrario...

Los muchachos llevaban una guitarra y se pusieron a cantar alrededor de la fogata. Pude estar sólo un rato con ellos, pues la fiebre empezó a hacer estragos y tuve que meterme a la casa de campaña a recostar. Un ratito después todos entraron pues hacía mucho frío.

A la mañana siguiente ya me sentía mucho mejor y rentamos caballos para ir al santuario huichol y a las minas abandonadas. En eso se nos fue todo el día porque nuestros caballos iban lentísimo, pero yo iba feliz tome y tome fotos. Llegamos como a las 7 de la noche porque la lluvia comenzó a caer. Cenamos y ya no pudimos hacer mucho porque todos estábamos cansadísimos.

Al día siguiente nos levantamos tarde y en lo que todos nos areglamos ya sólo nos dio tiempo de desayunar algo ligero antes de ir a una mina abandonada.

Al salir comimos y tuvimos que esperar un rato antes de regresar pues cayó una granizada impresionante.

De regreso nuevamente nos detuvimos en un par de ocasiones para descansar, cambiar de conductor y tomar fotos del atadecer antes de regresar a casa.
Ese viaje fue el principio de una amistad que hasta el momento va viento en popa.