jueves, agosto 14, 2008

De actitudes y malos entendidos

No sé si te ha pasado, pero a mí sí y más seguido de lo que quisiera. Me he dado cuenta que me cuesta trabajo demostrar mis sentimientos tal cual son, así que de repente me convierto en una masa amorfa de actitudes indescifrables cuya interpretación queda a merced de mi interlocutor.
Durante mucho tiempo opté por ser gruñona sin importar cuanto cariño sintiera por la persona y cuando vi que eso no me conducía a un lugar agradable pasé a la modalidad "seria pero atenta" Creo que fue la que mejor me funcionó pues solía ser cordial con casi toda la gente y eso me daba más libertad para ser un poco más cariñosa con aquellos por quienes si tenía algún afecto especial.
A últimas fechas decidí mudarme a "sonriente y platicadora" pero en la etapa de prueba me decepcioné porque una de las pocas personas que estuvo allí para presenciarla, pensó que le estaba coqueteando e insistió un par de veces en invitarme a salir. ¿Acaso debo portar un cartel que diga " no me gustas, sólo estoy siendo agradable porque quiero divertirme"? Lo peor del caso es que después me cuesta demasiado trabajo negarme a salir de una manera amable, por lo cual termino siendo gruñona de nuevo.
Chale, eso me pasa por vivir aislada tanto tiempo de la humanidad.

2 comentarios:

Manuel Dávila Galindo Olivares dijo...

Pobre

Di. dijo...

¿De mí o de la humanidad?
Besitos Manuel!