martes, enero 31, 2006

Vivo en un pueblo.

Es verdad. La colonia en donde vivo originalmente era un pueblo y como tal, conserva muchas de sus tradiciones que son en su mayoría religiosas. Por aquí se acostumbra sacar la imagen de la Vírgen de la iglesia y hacer grandes fiestas con santos invitados (lease el Señor de los milagros o el Niñopa)
Para dichas celebraciones se elige a un Mayordomo que es el encargado de organizar la fiesta, de que haya música y los platos y botellas de los asistentes nunca esten vacíos. Antes de que el jolgorio como tal comience rezan el rosario. Es allí donde mi historia vergonzosa de la semana tiene su escenario.
Ya era de noche, venía llegando en el auto y como la conductora poco hábil que soy, necesito de subirme en la rampa de entrada de alguno de los vecinos para dar vuelta en U. Justo este día se me ocurrió utilizar la que está justo enfrente de la casa, la puerta estaba abierta y había mucha gente dentro rezando el rosario.
Mi hermana, que iba de copiloto, me preguntó desconcertada que qué demonios estaba haciendo. La verdad, ni cuenta me di de que mientras maniobraba toda la gente dentro de esa casa me veía con ojos de pistola por estar rompiendo su valiosa calma con un auto que parecía entrar a ese garage a arrollarlos con la luz de los faros a todo. Al final me dijo "bueno, por lo menos no es un velorio"

5 comentarios:

Manuel Dávila Galindo Olivares dijo...

Planeabas que fuera un velorio verdad?

Di. dijo...

jajaja de ninguna manera! creo que a partir de eso mis vecinos ya no me saludan tan amablemente, seguro ya se corrió el chisme de mi "entrada triunfal" por los oídos de los de mi pueblo.

Di. dijo...

Si, qué pena! Pero bueno, el rubor inicial ya se fue. QUe bueno verte de vuelta por aqui Jimena!!

Neliza dijo...

jajajajajaja ahora te juro que me hiciste reir, mas precaucion para la otra

Di. dijo...

Será más atención porque en realidad no puse a nadie en riesgo, simplemente fue la vergüenza de haber deslumbrado a mis vecinos en sus "sagradas" actividades.